No sé si criogenizarme o armar la máquina del tiempo, porque ser asceta ya no es lo que era; hace falta un cambio de conciencia y no veo el lugar de mi papeleta y no aguanto el revés de otra tormenta.
No sé si congelarme yo o templar lo que rodea. No hay más viejo que el que atrás se queda; ya no hay más metro en madre tierra, que recoge pensamientos de belleza, luego en flores y en vuelos alimenta si tan solo hubiéramos de verla: maravilla en consecuencia volverían a brillar mirada con las ganas del primer en el planeta.