Oda al silencio

Siento que la noche me entiende mejor, que ella escucha el sutil sentimiento; me gusta pensar que viaja hacia ti y en algún momento del sueño nos perdonamos. 

En el silencio está la señal, que tu silencio me habla como hablo yo al cielo.

¿Será posible oír sin audibles? Dame otra clave que no cuestione; si lo que traes no es bueno, deja silencio abierto para nunca yo entenderlo. 

Si el habla no es canto

Ahora veo que la misma frivolidad sigue escociendo; ahora entiendo cuán importante este sentimiento y ahora vuelvo a recordar que en aquel entonces, cuando aún escribía a lápiz, me hacía la misma pregunta de porqué el habla no es canto, por qué el canto no es habla o por qué no vivimos cantando.

Príncipe de Schrodinger

Aléjate:

    Estoy tan harta de tus verdades a medias cubiertas de purpurina, de tu saber estar (disfrazado). Eres tú quién no sabe estar consigo mimo; a mi me basta con que sigas por tu lado mientras yo voy del mío, no requiero tu voluntaria inutilidad y tampoco tu propaganda digna del mejor marketing y de las peores reseñas.

No vale que cambies de forma y nombre: sé que eres tú.