Cayendo sobre el lecho al fin de un día muy largo,
pensaba en nuestro cuento, que fue una vez creado:
Que casi fui tu esposa, después nos mancillaron.
La espina de los celos; promesas entre anillos plateados.
Los gritos desde lejos, de inicio duro y desenlace amargo.
¡Que siga nuestra historia, descrita por aquél puño dorado!
Oré, oré y oré sobre lo orado. Lloré sobre mojado.
A quien dibuja el cielo, que mi sentir lo guarde arropado.
Que olvide malos juicios y absuelva al corazón enamorado.